Leggendo Lilia Lardone

28.08.2016 15:16
 
 
  1. ¿Cuáles fueron sus lecturas preferidas de juventud y qué autor italiano leyó y sigue leyendo con interés?

 

Empecé a estudiar Letras en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Córdoba a los 16 años, en 1958, y ahí descubrí la literatura francesa: Simone de Beauvoir, Sartre, Camus, Malraux, entre otros. También me apasioné con los norteamericanos: Hemingway, Faulkner, Dos Passos; con los latinoamericanos como Miguel Angel Asturias, Arguedas, Rulfo, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén; con los argentinos Julio Cortázar, Manuel Puig, Adolfo Bioy Casares, Borges… Me convertí en una lectora en constante búsqueda, muy curiosa, tanto de narrativa como de poesía. Tempranamente disfruté de Alberto Moravia, Ítalo Calvino, Dino Buzzatti, Cesare Pavese, Luigi Pirandello, Eugenio Montale… autores italianos que he seguido leyendo, más otros que conocí más adelante, entre los que puedo citar a Natalia Ginzburg, Antonio Tabucchi, Alessandro Baricco, Erri de Luca, Milena Agus…

 

2. ¿Cómo fueron los inicios de su actividad literaria? ¿en cuáles momentos se sitúan los cambios, el crecimiento y las etapas de evolución? 

Mi relación con la literatura como lectora fue siempre intensa, data de la adolescencia y continúa hasta hoy. A la escritura llegué en la edad madura, pasados los 50 años, cuando empecé a coordinar Talleres de escritura. Leer las producciones de los asistentes fue un detonante para mí; observar de cerca los procesos creativos de otros, ver cómo cada persona guarda dentro de sí infinitas posibilidades de expresarse, me animó a escribir mis propias cosas. Empecé a garabatear en torno a una historia familiar, oscura, que conocía fragmentada desde la infancia. Y me involucré en ella, la ficcionalicé hasta conseguir darle forma de novela: se llamó Puertas Adentro. Después quise incursionar en la literatura para chicos y trabajé muchísimo hasta dar con el tono que necesitaba. Fue otra novela, breve, que titulé Caballero Negro. A esta última la mandé a un concurso en Colombia, y para mi sorpresa sacó el Primer Premio Latinoamericano Norma/Fundalectura, lo que me abrió el acceso a las editoriales que publican libros dirigidos a los niños. Después escribí poesía, ensayo, más novelas, cuentos, siempre balanceándome entre el público adulto y el juvenil/infantil. En mi página www.lilialardone.com.ar pueden consultarse los títulos que he publicado.

 

  1. Durante la escritura, ¿piensa Ud. en un lector ideal? ¿cuál es, eventualmente, ese público lector al que se dirige?

 

Antes de empezar una narración, o un poema, pasa un tiempo largo en el que la idea crece y se desarrolla en la mente y el corazón, un tiempo en el que aún no aparecen las palabras. A veces es claro que el texto será para lectores niños, pero otras veces se vuelve incierto, porque no depende de los temas sino del modo en que tomen color los tonos, los ritmos, la estructura. Lo que más demora es decidir desde dónde escribir: el punto de vista. Y después, cuando se concreta la escritura, me gusta ir un poco a la deriva y dejar que fluyan las palabras, así que no pienso en el lector. Es en la etapa final de reescritura y corrección cuando recién se perfila nítidamente la complejidad sintáctica del texto: entonces sé si estará dirigido a niños o a grandes.

Confío muchísimo en la sensibilidad del lector de cualquier edad, me gusta dejarle espacios, por eso no completo cada detalle ni agoto escenas con descripciones. Prefiero sembrar aquí y allá disparadores de la imaginación, para enriquecer el vínculo entre autor-libro-lector. Mi elección es ofrecer más interrogantes que respuestas.

 

4. ¿En qué medida las expresiones italianas o dialectales marcan su estilo expresivo? La introducción de esas palabras, ¿responde a una decisión ponderada o las expresiones surgen, espontáneas, durante la escritura?

 

Sólo en una novela, Puertas Adentro, utilicé refranes piemonteses y no porque yo sepa el dialecto, sino que fue un recurso deliberado que me permitió pintar más cabalmente la idiosincrasia de los personajes, de origen italiano, migrantes a la Argentina a fines del siglo XIX. Me dio trabajo conseguir los refranes, casi nadie sabe escribir en piemontés…

 

5.Las dinámicas que llevaron a la incorporación de flujos migratorios en Córdoba fueron complejas; ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

 

No he estudiado específicamente el tema. Pero como nieta de piemonteses por la rama paterna (de Vigone, cerca de Turín) y de catalanes por la materna, sé –de modo pragmático- que vinieron huyendo de la miseria en Europa, y que cruzaron el Atlántico amontonados en barcos paupérrimos a la búsqueda de un futuro. Muchos dejaron allá a sus familias, padres, hijos, y no volvieron a verlos más. Sé que Argentina ofrecía llanuras inmensas de tierra cultivable, y que la nación recibió con agrado a italianos, españoles, rusos, polacos, irlandeses… Porque el país estaba despoblado, y se necesitaba gente de trabajo que lo construyera. La migración empezó en el siglo XIX pero continuó de modo intenso hasta mucho después de la Segunda Guerra Mundial. Los primeros, entre los que estaban mis abuelos, soñaban con tener una tierra para trabajarla y establecerse. Lo hicieron, algunos con más fortuna que otros, sus hijos fueron a la escuela pública y gratuita en Argentina, y sus nietos –como mi caso- asistieron a la universidad también pública y gratuita, y se convirtieron en profesionales.

 

Intervista realizzata a gennaio del 2015.

 

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